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octubre 4, 2025

El agua: un reto global

El agua, fuente de vida y motor de nuestras sociedades, se está convirtiendo en un recurso cada vez más escaso. Hoy ya es una emergencia que define la estabilidad económica, social y ambiental del planeta. En Ecuador lo sabemos bien: las sequías, la degradación de los páramos y las fallas en la infraestructura urbana han dejado sin servicio a miles de hogares y han puesto en evidencia nuestra vulnerabilidad.

Según el Informe Mundial de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo del Agua 2024, 2.200 millones de personas carecen de acceso a agua potable segura y 3.500 millones no cuentan con servicios de saneamiento básicos. Los conflictos por el agua están en aumento: en regiones como el Sahel y el Cuerno de África, solo una quinta parte de los países que comparten fuentes hídricas tiene acuerdos de cooperación, lo que convierte cada sequía en un detonante potencial de tensiones y desplazamientos.

El valor económico de este recurso también es enorme. En 2023, el Fondo Mundial para la Naturaleza, WWF por sus siglas en inglés, publicó un informe en el que calcula que el agua y los ecosistemas de agua dulce representan 58 billones de dólares al año, equivalentes al 60 % del PIB mundial. Su escasez impacta directamente la seguridad alimentaria, la salud pública y la sostenibilidad de los ecosistemas. En las ciudades, la creciente demanda supera la capacidad de las infraestructuras y los colapsos en el abastecimiento se vuelven cada vez más frecuentes.

El cambio climático acelera la emergencia

El cambio climático no solo calienta el planeta, también altera el ciclo del agua. Investigaciones recientes en Nature Communications advierten que, para el año 2100, el 74% de las regiones propensas a sequías podrían enfrentar escasez extrema. El Mediterráneo, el sur de África y partes de América del Norte son algunas de las zonas que sufrirán sequías más prolongadas e impredecibles.

Hoy ya hay 4.000 millones de personas que enfrentan escasez de agua al menos un mes al año.

La combinación de sequías prolongadas y lluvias extremas provoca desequilibrios: inundaciones devastadoras en algunos lugares y desiertos en otros. Este vaivén agrava las crisis económicas, desata conflictos internos y fuerza migraciones de comunidades enteras en busca de agua y tierras cultivables.

Los glaciares: torres de agua en peligro

Los glaciares, conocidos como las “torres de agua” del planeta, se derriten a un ritmo alarmante. La UNESCO estima que las montañas aportan hasta el 60% del agua dulce anual y que más de mil millones de personas dependen directamente de estos ecosistemas para beber, producir alimentos o generar energía. La desaparición de los glaciares reducirá drásticamente la disponibilidad de agua, dejando a ciudades y comunidades enteras a merced de lluvias cada vez más irregulares.

Consecuencias para la humanidad

El agua atraviesa todos los aspectos de la vida. La falta de agua potable provoca enfermedades, limita la productividad, incrementa la mortalidad infantil y fuerza a millones de personas a desplazarse.

Las consecuencias también son sociales. En zonas rurales, son niñas y mujeres las principales encargadas de recolectar agua, lo que limita su educación, participación económica y seguridad. En Somalia, por ejemplo, los casos de violencia de género en comunidades desplazadas se triplicaron durante las crisis de sequía.

El agua también puede ser fuente de conflictos. En regiones como el Sahel y el Cuerno de África, la mayoría de recursos son compartidos entre varios países, pero solo una quinta parte ha firmado acuerdos de cooperación. La falta de marcos comunes convierte cada sequía en un posible detonante de tensiones.

El panorama en Ecuador

En Ecuador, la escasez de agua ha tenido repercusiones visibles. A finales de 2024, el país registró una sequía prolongada que redujo el caudal de los ríos y afectó tanto el sistema hidroeléctrico como el abastecimiento de agua potable. En Quito, la falla del sistema “La Mica–Quito Sur” dejó sin servicio a miles de hogares durante varios días, evidenciando la dependencia de la infraestructura de bombeo eléctrico.

A estos episodios se suman factores estructurales: la degradación de los páramos, que cumplen una función de regulación hídrica; los incendios forestales, que alteran riachuelos y reservorios; y el mantenimiento insuficiente de plantas de tratamiento y redes de distribución. Esta combinación de elementos aumenta la vulnerabilidad del país frente a la crisis global del agua.

Un ejemplo de la importancia de estos ecosistemas es Quimsacocha, un páramo cuyas tres lagunas abastecen de agua a más de 130 000 personas en Cuenca y Girón, además de sostener actividades agrícolas y ganaderas en la región.

Un recurso que requiere gestión sostenible

El agua es indispensable para la salud pública, la producción de alimentos y el desarrollo económico. La protección de glaciares, páramos, humedales y otras fuentes de agua dulce es fundamental para mantener la seguridad hídrica y garantizar el acceso para las generaciones presentes y futuras.

Fuentes: