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mayo 1, 2025

Empleo en tiempos de crisis: ¿cómo está hoy el mercado laboral en Ecuador?

Cinco años después de la pandemia por Covid-19, el empleo en Ecuador ha crecido, pero no necesariamente bajo condiciones adecuadas. La informalidad, el subempleo y las brechas de género siguen marcando el panorama laboral actual.

La situación laboral en Ecuador es un tema recurrente al hablar de calidad de vida. La pandemia del Covid-19 marcó un antes y un después en el mundo del trabajo, y Ecuador no fue la excepción. Hoy, a cinco años del primer confinamiento, es posible analizar si el país ha logrado mejorar sus condiciones laborales.

La población aumentó y también la necesidad de trabajo 

Así como sucede año tras año, la población en Ecuador aumentó. Ese también fue el caso del grupo de personas económicamente activas. Según el Instituto Ecuatoriano de Estadísticas y Censos, la Población Económicamente Activa (PEA), es toda aquella persona de 15 años o mayor, que trabaja, tuvo un empleo o está buscando uno. 

Para diciembre de 2019, antes de que iniciara la pandemia del Covid-19, ese grupo sumó una total de 8.099.030 personas. Cinco años después, ese grupo subió a 8.570.296 personas en diciembre de 2024; y en el lapso de 3 meses 161.316 individuos se sumaron a esta población. 

Este crecimiento no es exponencial, pero muestra una tendencia clara: cada año hay más ecuatorianos buscando empleo.

¿Más empleo, pero con calidad?

La población ecuatoriana con empleo ha crecido en los últimos años, sin embargo, no necesariamente con las condiciones ideales. Para marzo de 2025, 8.442.456 personas contaron con un empleo, un 8,4% más que en diciembre de 2019.

Por otro lado, en diciembre de 2020, hubo aproximadamente 100 mil personas menos con empleo que comparado con diciembre del año anterior. Los confinamientos, restriccciones y afectaciones económicas debido a la pandemia fueron evidentes.

Sin embargo, la mayor parte de los empleos en la actualidad son del sector informal con un 55,5%

En 2023, la Cámara de Comercio de Quito (CCQ) publicó un análisis del mercado laboral en Ecuador, basado en los principales desafíos identificados por Adecco Ecuador. El informe aborda temas como las brechas salariales y la calidad del empleo, y destaca que, tras la pandemia, la informalidad laboral en el país ha aumentado. Este fenómeno está estrechamente ligado a la precariedad laboral y a la falta de protección social.

En el mercado laboral ecuatoriano existen distintas categorías de empleo. Una de ellas es el empleo adecuado, que se refiere a las personas que ganan al menos un salario mínimo y trabajan 40 horas o más por semana.

Este indicador se ha visto particularmente afectado tras la pandemia. En diciembre de 2020, el número de empleos adecuados cayó en aproximadamente 688 mil respecto a diciembre de 2019, en un contexto marcado por el confinamiento y la crisis sanitaria.

El punto más crítico se registró en octubre de 2020, cuando la tasa de empleo adecuado llegó al 28,2%. Aunque para marzo de 2025 subió al 34,2%, aún no alcanza el 38,8% registrado antes de la pandemia, en diciembre de 2019.

Actualmente, el 82,6% de la población con empleo adecuado se encuentra en zonas urbanas, mientras que solo el 17,4% está en zonas rurales. La necesidad de fomentar este tipo de empleo es fundamental, especialmente en el ámbito rural, ya que representa a quienes acceden a condiciones laborales dignas.

Las cifras también evidencian una brecha de género significativa: el 66% de los empleos adecuados están ocupados por hombres, frente al 34% que corresponde a mujeres.

Otros tipos de empleo no adecuados van en aumento

El empleo no adecuado se divide en tres categorías principales:

  • Empleo no remunerado
  • Subempleo
  • Otro empleo no pleno

Empleo no remunerado

Incluye a personas que trabajan pero no reciben ingresos laborales. Aquí se consideran a los trabajadores no remunerados del hogar, en hogares ajenos y ayudantes no remunerados de asalariados o jornaleros.

En marzo de 2025, se registraron 1.031.840 personas en esta situación, una cifra ligeramente superior a la de diciembre de 2020, cuando había 1.028.848 personas bajo esta condición.

Del total de personas con empleo no remunerado a marzo de 2025, un 76,5% correspondió a las zonas rurales del país. Mientras que un 62,8% de estas fueron mujeres.

El informe de la Cámara de Comercio de Quito (CCQ) y Adecco Ecuador advierte que la brecha de género en el mercado laboral continúa limitando la igualdad de oportunidades para las mujeres en el país. Se trata de una tendencia persistente en Ecuador, que se mantiene con el paso de los años.

Por otro lado, el subempleo en 2025 muestra un aumento en comparación con diciembre de 2019, aunque se mantiene en niveles similares a los registrados a finales de 2020.

Esta categoría incluye a personas que no perciben el salario mínimo y/o que trabajan menos de la jornada legal, pero que desean y están disponibles para laborar más horas.

El empleo no pleno afecta principalmente a jóvenes, mujeres, personas con bajo nivel educativo y de zonas rurales. Dentro de esta categoría, el “otro empleo no pleno” agrupa a quienes no ganan el salario mínimo ni trabajan la jornada legal, pero no desean ni están disponibles para trabajar más. En marzo de 2025, este grupo alcanzó a 2,59 millones de personas, con una tendencia al alza desde diciembre de 2020 y un pico en octubre de 2023 con 2,66 millones.

Pero, ¿qué hay del desempleo?

El desempleo es uno de los indicadores más sensibles a las crisis, y en Ecuador la pandemia dejó huellas duraderas en el mercado laboral. La estructura productiva del país, donde el 85% de los costos de las empresas está asociado a la mano de obra (según la OIT), hace que en momentos de tensión económica el despido de trabajadores se convierta en el principal mecanismo de ajuste. Es decir, cuando las empresas necesitan reducir costos, prescinden de personas.

Entre diciembre de 2019 y marzo de 2025, el Ministerio de Trabajo registró casi 3,9 millones de actas de finiquito legalizadas, la mayoría producto de acuerdos entre empleador y trabajador. Esta cifra refleja no solo la magnitud del impacto económico que dejó la pandemia, sino también la dificultad de mantener empleos estables y sostenidos en el tiempo.

Durante este período, las tasas de desempleo han mostrado una recuperación progresiva, pero aún persisten brechas estructurales. En diciembre de 2020, en pleno impacto de la crisis sanitaria, había 396.000 personas sin empleo. Desde entonces, el desempleo ha disminuido, y para marzo de 2025 se contabilizan 289.156 personas desempleadas. Sin embargo, esta mejora general esconde desigualdades: más del 80% de las personas desempleadas vive en zonas urbanas, y el 51% son hombres, lo que sugiere que las mujeres podrían estar absorbiendo el golpe en formas no siempre reflejadas en la categoría de “desempleo”, como el subempleo o el trabajo no remunerado.

Los jóvenes entre 15 a 24 años tienen la tasa más alta de desempleo con un 39,8%, seguido de la población entre 25 y 34 años con el 30,6%. La OIT señala que los jóvenes se desempeñan principalmente en ciertas industrias más afectadas por la pandemia de la Covid-19, como lo es el comercio, hotelería y servicios de comidas.

Estas cifras muestran una recuperación parcial, pero también plantean una pregunta clave: ¿el crecimiento del empleo está yendo de la mano con mejoras en la calidad laboral? El análisis de los tipos de empleo revela que buena parte de las nuevas ocupaciones no cumplen condiciones mínimas como ingresos dignos o seguridad social, y que el peso del empleo no adecuado sigue siendo elevado. Es decir, el país tiene menos desempleados que en el pico de la pandemia, pero no necesariamente más personas en trabajos estables y con derechos.

Fuentes: