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agosto 1, 2025

Datos y desinformación sobre la cerveza

Desde curas milagrosas para el chuchaqui hasta creencias sobre el color y el alcohol, la cerveza ha inspirado tantos mitos como brindis. Pero ¿qué hay de cierto detrás de todo eso?

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Todo empezó en 2007, en Santa Cruz, California, cuando un grupo de amigos decidió que la cerveza merecía algo más que un brindis: un día entero para celebrarla. Eligieron el primer viernes de agosto, perfecto para disfrutar del clima y arrancar el fin de semana con buena vibra.

Lo que comenzó como una iniciativa local pronto cruzó fronteras: en pocos años, más de 50 países se sumaron al festejo. Y en 2012, el Día Internacional de la Cerveza se volvió oficial.

Con tanta fama, no es raro que también hayan surgido mitos alrededor de esta bebida. Algunos suenan creíbles, otros no tanto… pero todos tienen algo en común: no son ciertos. Aquí te contamos los más populares (y por qué no deberías creerlos).

Categoría Mayormente Falso“La cerveza sin alcohol no tiene nada de alcohol”

Aunque suene contradictorio, la cerveza sin alcohol sí contiene algo de alcohol, solo que en cantidades muy pequeñas.

Por lo general, una cerveza tradicional tiene entre 4% y 6% de alcohol. Internacionalmente se acepta que una cerveza pueda llamarse “sin alcohol” si tiene hasta 0.5% de etanol. Eso significa que en un vaso de 100 ml, apenas habría 0.5 ml de alcohol puro.

En Ecuador, la normativa es un poco más amplia: se permite hasta 1.0% de alcohol en volumen. Incluso las cervezas “0.0%” suelen tener entre 0.03% y 0.1%.

Estas dosis no causan efectos psicoactivos: se necesitarían al menos 10 cervezas de 0.5% para igualar una de 5%. Además, la cerveza sin alcohol puede aportar minerales, vitaminas y antioxidantes. Aun así, no todos deberían consumirla: mujeres embarazadas, niños o personas con restricciones médicas deben consultar a su médico antes.

Categoría Impreciso “Puedes tomar cerveza para eliminar los cálculos renales”

Un cálculo renal —más conocido como piedra en el riñón— es un depósito sólido de sales y minerales que se forma cuando hay altas concentraciones de orina. Y sí, la cerveza es un diurético: ayuda a producir más orina, lo que podría facilitar la expulsión de cálculos pequeños, de hasta 5 mm.

Pero ojo, un estudio de la Universidad de Bonn encontró que la cerveza puede generar oxalatos, unas sales que —al ser eliminadas por la orina— contribuyen a formar nuevos cálculos.

Eso sí: no todo es blanco o negro. En 2013, investigadores de la Sociedad Norteamericana de Nefrología compararon varias bebidas y concluyeron que la cerveza, en pequeñas cantidades, tiene menor riesgo de generar piedras que las bebidas azucaradas o el ponche.

Pero que quede claro: menos riesgo no significa cura. MedlinePlus, de la Biblioteca Nacional de Medicina de EE. UU., es tajante al respecto: si estás en tratamiento por cálculos, lo mejor es evitar el alcohol por completo.

Categoría Completamente Falso“La cerveza oscura es más fuerte que la clara”

La cerveza puede clasificarse por su fermentación, ingredientes y aspecto. En cuanto al color, hay rubias, rojas, claras u oscuras, pero ojo: el color no determina la cantidad de alcohol que tiene.

Las cervezas oscuras se elaboran con cuatro ingredientes principales: granos, levadura, lúpulo y agua, lo que les da sabores más intensos y complejos. Pero eso no significa que sean más fuertes en alcohol que las claras, que suelen tener más lúpulo y se tostan en ciclos cortos y a baja temperatura para mantener su color brillante.

Categoría Impreciso «La cerveza engorda más que otras bebidas alcohólicas«

No necesariamente. Es cierto que la cerveza aporta calorías, pero no solo hay que fijarse en eso. Un dato clave: un gramo de alcohol equivale a 7 calorías, y por cada 100 ml, la cerveza tiene entre 43 y 45 calorías, menos que el vino o el whisky.

Lo que sí puede hacer que la cerveza “engorde más” es el tamaño de la porción. Una lata tiene 350 ml, mientras que una copa de vino tiene 150 ml y un vaso de whisky 40 ml. Por eso, es más fácil consumir más calorías si tomas varias cervezas.

Pero ojo: no son las bebidas en sí las que engordan, sino el conjunto de tu alimentación, estilo de vida y metabolismo.

Categoría Mayormente Cierto“La cerveza es la cuna de la civilización”

No hay un documento exacto que diga cuándo apareció la cerveza, si por accidente o no. Lo que sí sabemos es que, antes del 6000 a.C., en Sumeria y Babilonia ya se producía cerveza con cebada. Relieves egipcios de 2400 a.C. muestran cómo empezaba el proceso de elaboración, y el Código de Hammurabi, de 1772 a.C., regulaba su venta y consumo.

Pero eso no es todo: en 2018, arqueólogos hallaron en Israel la planta de alcohol más antigua del mundo, con un producto similar a la cerveza actual, ¡de hace 13,000 años!

Para arqueólogos como Ryan Williams, la cerveza no solo es bebida, sino un “pegamento social” que ayudó a formar comunidades y civilizaciones. Por eso, aunque no sea literalmente la “cuna” de la civilización, sí fue un actor clave en la historia humana.

Categoría Completamente Falso“La cerveza cura el chuchaqui”

La teoría más popular dice que la resaca es producto de la deshidratación causada por el alcohol. Otra apunta a cambios en el metabolismo tras beber en exceso. Y hay una explicación muy convincente: el chuchaqui se debe a la acumulación de acetaldehído, un compuesto tóxico que se forma cuando el hígado procesa el alcohol.

Por eso, beber más cerveza para “curar” la resaca no funciona. Aunque ayuda a calmar algunos síntomas mentales, no soluciona los efectos físicos y, de hecho, hace que el hígado tenga que trabajar aún más.

¿La mejor forma de recuperarse? Reponer electrolitos, como hacen los deportistas, y comer algo nutritivo —como un buen encebollado— para recuperar sales y potasio. Si decides tomar algún medicamento, evita los que contengan paracetamol, porque pueden dañar tu hígado.

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