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La Misión de Observación Electoral de la Organización de Estados Americanos (MOE/OEA) recogió denuncias y comentarios sobre uso de recursos públicos y publicidad estatal —como hace en todos los procesos— y emitió una recomendación general a los órganos de control. No señaló al Gobierno ni presentó pruebas de irregularidades.
La conversación pública en torno al referéndum del 16N no estuvo marcada por los datos, sino por un torrente de contenidos falsos, afirmaciones engañosas y piezas generadas con IA que alimentaron narrativas emocionales. Entre 111 verificaciones y 125 contenidos sintéticos que moldearon percepciones, esta es la radiografía de la otra campaña: la que no buscó informar, sino influir.

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